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El samurai sin nombre (Sword of the Stranger) – de The Next Generations Radio

Escrito por el 22 de octubre de 2014

Como decía al principio, uno de los principales aciertos de esta película es saber trasladarte a través de una historia sencilla algunas cuestiones bastante profundas, y que son en buena medida las que propician la armoniosa evolución de sus protagonistas. Veamos algunas de ellas:

Extranjeros en Japón: no es ni mucho menos la primera vez que se refleja en un anime cierta actitud discriminatoria hacia los extranjeros por parte de la sociedad japonesa. La animadversión hacia la organización china que ha pedido la colaboración de su shogun o los murmullos sobre Rarou por su pelo rubio y sus ojos azules lo confirman en Sword of the Stranger. El propio Nanashi sufre esta marginación, viéndose obligado a teñir de negro su melena pelirroja, motivo por el que Kotarou le ofrece, ya al final de la película, emigrar a otro país donde no sea molestado por su color de pelo. También se nos recalca el absurdo de estos prejuicios, y resuelven la papeleta mostrándonos a dos personajes extranjeros muy distintos entre sí: un ronin con más honor que muchos japoneses y el sanguinario Rarou (que, de algún modo, también contaba con su propio código).raoh

Sobre la muerte y la vida: la razón por la que desean atrapar a Kotarou se asienta sobre una superstición que permitiría, por medio de su sangre, alcanzar la inmortalidad. Esa es la ambición del emperador de la dinastía Ming y también de su servidor, Byakuran. Se trata de una lucha contra el tiempo, hasta el propio altar que están construyendo para el sacrificio contiene ruedecillas y relojes. Esta actitud contrasta con la de otros personajes como el compañero de Shogen, cuando contesta «Mi deseo es vivir intensamente, aunque sea una vida corta». A Rarou le sucede lo mismo, entiende que lo importante es experimentar lo máximo posible y no deja de descubrir cosas nuevas hasta el último momento, algo que comprobamos cuando comienza a describir su propia muerte: «El dolor de una espada es algo muy curioso». Por eso le pregunta a Byakuran con tanto desprecio si es que todavía no ha vivido lo suficiente, cuando al fin decide traicionarle.

En este sentido, Rarou es muy parecido a Nanashi. De hecho, ambos rechazan la droga china que impide sentir dolor porque, como dice Nanashi, el dolor es una señal de que continúas con vida. La diferencia es que para Nanashi «la potencia sin control no sirve de nada». Hay una escena que parece la transcripción de esta cita, cuando Kotarou le dice que el poder de una espada es valioso y Nanashi palmea su caballo para que el crío salga cabalgando inesperadamente, dándole un susto de muerte. Para Nanashi, la vida tiene un valor.

w964Obediencia y jerarquías: «Este es el mundo que nos ha tocado vivir» es una frase que se menciona en este anime, pero que muchos hemos oído con frecuencia en la vida real. El cuestionamiento acerca de este tema es constante, y quizás el momento en el que se plasma más gráficamente es cuando Shogen ordena disparar a su señor, y más tarde sus propios soldados pisotean su cadáver. Es entonces cuando Shogen -personaje en el que no se profundiza demasiado, pero al que gracias a un diálogo con su esposa podemos calificar de ambicioso- se alza como su nuevo líder, de forma más bien breve. Rarou admira esta capacidad para sustituir a sus señores, mientras que Byakuran los califica de salvajes por ello. En este sentido, Byakuran es un personaje bastante hipócrita, ya que aunque idolatra al emperador de la dinastía Ming y no concibe engañarle, le encantaría quedarse con la droga de la inmortalidad para él. Por otro lado, tanto el monje que traiciona a Kotarou como Nanashi, se ven obligados, en cierto momento de sus vidas a escoger entre la obediencia y sus propias convicciones.

Religión: la superstición que guía al emperador Ming raya en el fanatismo religioso, también hay personajes que dudan sobre las órdenes que reciben de sus superiores y los principios del budismo; pero la crítica, como en la cuestión de los extranjeros, es doble y matizada. Por un lado se advierte de los riesgos de una devoción ciega ante la instrumentalización que el poder puede hacer de cualquier credo, pero por otro no se condena a la religión per se. Muestra de ello, y encajando con las reflexiones acerca de la consideración de Nanashi sobre la vida, es la frase que le escupe el ronin al monje que traiciona a Kotarou: «Para un cobarde de mierda como tú, las ropas de monje son una deshonra».

Sobre el respeto a los animales: encantada me hallo con el mensaje animalista que se lanza en este anime, tanto a través del papel de Kotarou y su relación con Tobimaru, como de los cuidados que Nanashi brinda a su caballo.

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Sobre los personajes femeninos: prácticamente inexistentes. Algunas guerreras que apoyan la dinastía Ming y una princesa que es prometida como trofeo al compañero de Shogen.

Sobre las armas de fuego: en una de las escuetas apariciones de la princesa, al escuchar la detonación de un arma se califica a ésta de “juguete” y de “mal presagio”, mostrando desagrado ante el estrépito que produce. Byakuran asesina a Shogen con un arma de fuego, justo cuando éste desafiaba a Rarou para que atravesara con una katana su corazón (libre de drogas, también). Sin embargo, cuando Rarou y Nanashi se encuentran tras el fracaso del ritual de los Ming y Byakuran va a disparar su arma, Rarou lo impide y asesina a su señor. El mensaje es claro con respecto a lo que los creadores de Sword of the Stranger consideran más «honorable» (aunque la muerte sea muerte, al fin y al cabo).images85IG9EBB

Acerca de los personajes, aunque ya he ido comentando algunas de sus facetas a la hora de abarcar los temas centrales de la película, me gustaría añadir algunos matices sobre su evolución. Empezaré por Rarou, que aunque pueda parecer un poco arquetípico, me parece un personaje interesante. Se diría que sólo seguía las órdenes de Byakuran por inercia, algo que no es demasiado atípico en esta clase de antagonistas, pero lo que me llamó la atención es que nunca oculta este hecho: muestra su desprecio hacia el emperador, no toma la droga que consumen sus compañeros y si le apetece pararse a desafiar a alguien con su espada por el camino, lo hace. Su forma de entender la vida es ésa: seguir sus propios impulsos y probarse a sí mismo y a los demás, como ya comentaba más arriba con la escena de su muerte (quizás ése era el motivo por el que uno de sus compañeros estaba secretamente enamorado de él, y decide morir a sus pies).

Rarou ve en Nanashi a un igual, a alguien que, como él, va por su cuenta; y cuando decide asesinar a Byakuran para enfrentarle siente que ha encontrado su objetivo, por eso afirma estar más que nunca en su sano juicio. La diferencia primordial entre Rarou y Nanashi es que Nanashi tiene en cuenta unos límites morales: fue demasiado lejos por seguir las órdenes, guarda fuertes remordimientos y ahora que ha decidido seguir su propio camino no desea herir a nadie (el flashback en el que te explican de dónde sacó la cinta que sella su katana es muy emotivo).

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En cuanto a Kotarou y Nanashi, son dos personajes que se complementan muy bien, conociéndose en un momento clave de sus vidas y con un importante nexo de unión: se hallan solos en el mundo. Kotarou huye de su incierto futuro y Nanashi de su turbio pasado, pero ambos se ven obligados a defenderse en el presente cuando se produce su encuentro. Kotarou logra que Nanashi -que se había alejado del mundo, atormentado por el sentimiento de culpa- se reconcilie con la humanidad: Nanashi significa sin nombre, y Kotarou le propone otorgarle uno. De alguna forma, Nanashi salda su deuda al salvar la vida del chiquillo, y comprende que no puede seguir cometiendo errores arrastrado por un error pasado, de ahí que decida romper su promesa. De hecho, una de las primeras cosas que Nanashi le dice a Kotarou es que «si quieres vivir solo, entonces debes acostumbrarte a no depender de los demás.» Sin embargo, al final de la película es Kotarou quien carga con el ronin: «Voy a acelerar, agárrate más fuerte», le dice el crío subido al caballo, y Nanashi lo hace. Algo parecido sucede a la inversa: Kotarou aprende a confiar de nuevo en los demás gracias al samurái y puede al fin mirar hacia el futuro con esperanza.

Precisamente cuando el ronin, casi como un padre y un maestro, estaba enseñando a montar al niño hacia el principio de la peli, tiene lugar un breve diálogo que enlaza también con el final, mostrándonos a su vez la evolución de Kotarou. En ella, el niño se queja de las correcciones de Nanashi, a lo que éste contesta: «Si no te digo lo que haces mal, nunca lo harás bien», y Kotarou replica que «Si sólo me dices lo que hago bien, lo haré aún mejor.» La madurez que adquiere Kotarou a lo largo de su aventura se hace palpable cuando en la escena final, al comentarle Nanashi lo rápido que aprende, el niño responde con un «No me halagues.» Aunque lo cierto es que, en mi opinión, Kotarou fue un personaje bastante carismático desde el principio; terminó de ganarme gracias a su reacción ante los ladrones frustrados a los que zurra Nanashi en otra de las escenas de la peli («Hasta los estúpidos pueden ser buena gente»).

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En conjunto, ambos acaban conformando una especie de familia formada por un adulto y un niño que más que padre e hijo son compañeros, y por su bravo perro. Un equipo de lujo con el que daría gusto emprender uno de esos viajes iniciáticos que, como en Sword of the Stranger, acaban cambiándote la vida.

See you, space cowboy/cowgirl!

«Escrita por Angela»

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