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Penurias y satisfacciones: de profesión, animación – de The Next Generations Radio

Escrito por el 1 de octubre de 2014

Recavando información para la review sobre Space Dandy, un usuario me pasó una reveladora entrevista a Bahi JD, un joven animador europeo de 22 años que participó en esta serie y en otros animes de Production I.G, Studio 4ºC y MAPPA. Gracias a su testimonio, no sólo pude confirmar la envidiable libertad creativa con la que los animadores pudieron trabajar en Space Dandy, sino también lo poco habitual que por desgracia suele ser esta circunstancia en el sector.

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Quizás habría que aclarar en primer lugar la clasificación entre animadores: generalmente se dividen en dos categorías, los animadores clave (que son los más conocidos, y se encargan de los cuadros clave de cada secuencia) y los animadores menos expertos (dedicados a rellenar la secuencia con el resto de cuadros necesarios, ocupándose del movimiento intermedio). El anime se ha caracterizado durante décadas por el uso de una “animación limitada”, lo que significa invertir el mínimo de dibujos necesarios para reproducir la acción deseada. Esta técnica ayudó a completar episodios de forma rápida y a bajo coste cuando todavía resultaba complicado producir anime para televisión. Sin embargo, gracias a estudios como Gainax, Ghibli, Bones o Kyoto Animation y a algunos animadores clave, está expandiéndose la “animación sakuga” (un juego de palabras entre sakuga shimasu, que significa dibujar, y sakugara, calidad artística). Se trata de secuencias con una animación de calidad superior a la habitual, en las que normalmente el animador clave es también quien se encarga de la animación intermedia, dando lugar a un movimiento mucho más fluido. Esto implica un número muy superior de dibujos al empleado en la animación limitada.

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Según las últimas estimaciones, en Japón trabajan entre unos 4.000 y 5.000 animadores. Pueden parecer pocos, pero tiene lógica a sabiendas de que la mayoría de los estudios de animación son pequeños (el Studio Ghibli, recientemente clausurado tras la jubilación de Hayao Miyazaki, contaba con menos de 200 empleados). Cada episodio de 30 minutos requiere de unos 3.000 dibujos, aunque como afirma Bahi JD en la entrevista, “No te pagan más si haces más dibujos. Te pagan por escenas, no por dibujos, así que si haces 500 dibujos para dos escenas, te pagan las dos escenas, no los 500 dibujos. (…) Hacer animación de buena calidad para televisión no es caro, porque depende del propio animador el hacerlo mejor. ” Yasuki Hamano, profesor de medios de comunicación en la Universidad de Tokio, va más allá en sus reflexiones: «Japón se arriesga a perder su icono cultural, y parte de la razón es porque estamos perdiendo animadores».

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¿Pero por qué está sucediendo esto? Pues porque las condiciones laborales de los animadores son, en la mayoría de los casos, lamentables. Jornadas de hasta 100h semanales, sueldos inferiores a la media, rondando los 70.000 yenes mensuales (unos 500 euros, aunque los animadores mayores de 30 años cobran algo más, alcanzando casi 1.400 euros al mes), y ni rastro de seguro médico. Hiroyuki Yamashita, uno de los animadores clave más jóvenes de Naruto, afirma haber visto a algunos colegas desarrollar lesiones en manos y brazos tras largas horas inclinados sobre sus escritorios. La situación no parece que vaya a cambiar próximamente: las ventas de DVD no aumentan y las cadenas de TV están recortando sus presupuestos, así que es muy difícil subir el sueldo de los animadores. Incluso ha empezado a contratarse mano de obra más barata en otros países asiáticos, como Tailandia o China. La incorporación de técnicas de digitalización o la rotoscopia tampoco están sirviendo de incentivo. Como varios animadores clave reconocidos afirman, si todavía hay muchos animadores en el negocio es por su fuerte vocación por su trabajo. Aun así, estas penosas condiciones están provocando una preocupante escasez de animadores jóvenes. Se calcula que sólo uno de cada 10 animadores continuarán en la profesión después de los primeros 3 años.

“Trabajar en la industria del anime es como escalar la montaña más difícil del mundo. Algunos fans están al tanto de qué se cuece, pero la mayoría de ellos no saben cómo es en realidad. Es por eso que también mucha gente de occidente sueña con trabajar en la industria del anime, pero si supieran cómo es en realidad buscarían un trabajo distinto. (…) Poder inspirar y motivar a la gente a seguir sus sueños me hace feliz. Pero por supuesto, un sueño es un sueño, y luego está la realidad. La gente debería saber también, que trabajar en la industria del anime es muy duro. Si bien es algo divertido y emocionante para mí, no tiene porque serlo para todo el mundo. Algunos proyectos son aburridos y frustrantes”, comenta Bahi JD.

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En 2007, los animadores veteranos se unieron para impulsar la primera asociación de animadores del país, la Asociación de Creadores de Animación Japonesa (JAniCA, Japan Animation Creators Association), y denunciar todos estos abusos. Esta asociación ofrece seguro médico grupal, talleres profesionales, ofertas de trabajo y un foro para los animadores. También gestionan concursos para otorgar subvenciones a los estudios de animación, con el fin de que contraten jóvenes animadores sin experiencia. Estas subvenciones son financiadas por por la Agencia de Asuntos Culturales de Japón (subsidiaria del Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología, que al fin ha decidido dar un paso para proteger este arte). Quizás sea ésta una de las principales diferencias entre la industria de animación europea y la japonesa: en Japón no cosideran el anime “dibujos animados” enfocados a un público exclusivamente infantil, sino que lo tratan como si fueran películas con actores reales. En palabras de Bahi JD, “No hay límite alguno cuando trabajas con ciertos directores japoneses, porque se convierte en algo más experimental, libre y abierto a todo tipo de ideas. (…) ¿Es cansado? No si te gusta dibujarlos, depende de en qué estés trabajando. Hice 1893 dibujos para el primer episodio de Space Dandy, pero no fue algo que me cansara, porque es mi trabajo. Estaba expresándome a través de la animación, y fue muy divertido. El trabajo duro también puede ser divertido, siempre depende.”

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Con toda seguridad, fue esa libertad creativa que Shinichiro Watanabe les brindó a sus animadores lo que favoreció los espectaculares resultados artísticos de Space Dandy, que en muchos capítulos alcanzan la animación sakuga (destacando el episodio 17, con su parodia de High School Musical, donde durante varios segundos quedé tan fascinada que olvidé seguir leyendo subtítulos). Los animadores son en su mayoría artistas anónimos, y deberíamos concienciarnos acerca del valor de su trabajo, solidarizándonos con ellos para que sus condiciones laborales sean las mejores posibles y así podamos disfrutar de una animación de máxima calidad.

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See you space cowboy/cowgirl!

«Escrita por Angela»